1. |
Y su sombrero verde I
06:28
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Con el galope, que comenzó en la poesía persa y en tus ojos,
del caballo blanco y negro de los días y las noches
atravesamos el tiempo y el espacio
para encontrarnos en un punto de la eternidad
que floreció como el loto, hermoso y terrible y sin causa.
Más allá de nuestra voluntad, forzamos, con detalles irrevocables, el destino
y construimos un encuentro que los dioses no pudieran alterar.
Faltaban las palabras porque eran deficientes
y nuestra suerte estaba echada.
No manejábamos nuestros cuerpos que despertaron sus propios gestos
y que también nos estaban esperando.
Haber atravesado lenguas, océanos y continentes
para comprender que la joya más enigmática de Oriente,
el dátil más exquisito del desierto
estaban inimaginablemente cerca de mis pasos sudamericanos
y tenían tu nombre.
Te encontré en un sueño con un sombrero verde.
Estabas en una playa que no es alcanzada por los años.
Ahora hay una foto de ese sueño.
Y nosotros estamos dichos por palabras que brotan
de un lugar que es inaccesible para quien no conoce
el resplandor sutil de tus ojos.
Tu cabello anula mi biblioteca.
Y no hay otra cosa que exista ahora
sino una mano que lo recorre
y dos amantes que vuelven a encender el mundo.
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2. |
Fragmentos de mañanas I
01:41
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La mañana surge del bolsillo de una camisa olvidada en el piso.
Un punto diminuto que se expande.
Luego los cuerpos, cuadros del siglo XVII, irradian su luz.
Los dedos tienen fragmentos de mañana.
Estaba perdido en la búsqueda inconsciente de un aire y una palabra
y sentí el impacto de la mañana.
El día se compone y va juntando sus formas con las ruinas de la noche.
Anoche me quiso.
Con la luz de la mañana el sombrero vuelve a ser verde
y la camisa está tirada contra la ventana apenas abierta.
Ahora es el día que espera algo que no se dice.
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3. |
Y su sombrero verde III
03:16
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¿Cómo se dice tu lunar?
El himno a la belleza de Baudelaire no lo roza.
Intacto a las palabras, se alimenta de los rubores de tu mejilla,
como una rosa que se alimentara de sangre.
Tu lunar es el reflejo de una flor de loto delicada en un mar y en un desierto lejanos.
Sin embargo, tu sombrero verde sí dice algo de tu lunar,
lo señala, se alinean con la misma inclinación.
Me dan pena tus ojos que no lo ven.
Te dormirás y habrá una ventana abierta
para observar un punto que retiene la belleza del día.
Renuncio a la ataraxia y al jardín de Epicuro.
Quiero tu lunar.
Que me condenen al desvelo de noches extensas
y que se levante la furia del mar y del desierto
que toco cuando lo acaricio, aislado y solitario en tu mejilla.
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4. |
Fragmentos de mañanas II
02:04
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Donde terminan los himnos de Novalis
se anuncia una luz y su agonía.
Yo saludo ese diálogo entre la noche y la mañana.
Pero solo unos instantes nos visita el dios de dos caras.
La luz tiene un tiempo y declina,
y como toda belleza lleva inscripta la tragedia en su cuerpo.
Es verdad que la mañana desune a los amantes.
Sin embargo, siempre tendremos a la noche,
pero habrá una mañana que no nos encontrará
aunque la luz ilumine nuestros rincones.
Brotamos en el alba y un poder obstinado trae la luz.
Los poetas de la noche señalan que los dioses abandonaron la claridad
y prefieren el velo que trae el ocaso.
Entonces, temprano en la mañana, podemos estar solos,
el rostro con su reflejo,
momentáneos bajo colores siempre en desasosiego.
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5. |
Y su sombrero verde II
06:46
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Nos miran las luces de la ciudad que ingresan por una ventana.
Nos miran las paredes blancas que nos cercan.
Nos miran los objetos que se despiertan de su soledad.
Nos miran minúsculos y precisos detalles que abandonamos
a un olvido que no buscábamos.
Un mundo de seres silenciosos nos mira con ojos sorprendidos
Y ellos ya saben lo que nosotros todavía tenemos que descubrir.
Nos mira, a la distancia, la voz de un caminante que se apaga con sus pasos.
Pero nosotros estamos ciegos y sólo podemos ver una cosa.
Estamos sentados en una mesa huérfana
Y nuestros colores contradicen las palabras.
La rosa que hay en tu mejilla me hiere
y a la ceguera se añade una agitación inquietante.
Los ojos se detienen en los ojos.
Pero no es un espejo,
es un abismo dulce que se abre cuando sostenemos el gesto.
Y quiénes somos, una pregunta que se pregunta.
Pero son dos cosmos los que se conectan con la mirada silenciosa
bajo la primera oscuridad ligera que trae la tarde.
Un resplandor sale de tu cuerpo,
Una luz plateada que ilumina la noche
Y es como si te habitara la luna.
¿Cuáles son las llaves de esa luminosidad,
que es tu otra manera de hablar
y de contradecir a las palabras?
Entonces, el destino ya se jugó.
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6. |
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Colores inasibles que nos dejan frágiles,
estáticos, iluminan extensiones que no podemos ver
y no hay palabras para acariciar esa belleza.
No falles corazón, la barca se acerca
y habrá que reconocer los rostros, los cuerpos y las palabras.
La mañana está llegando con colores primeros,
fríos y cálidos
y la entraña distribuye la sangre vertical,
frente a su propia imagen.
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7. |
Y su sombrero verde IV
06:22
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Antes de verte te voy presintiendo, minuciosamente,
la cartografía de ondulaciones sutiles.
Entre nuestras dos ciudades hay un desierto de incertidumbres que nos separa
y la promesa de un jardín rodeado de amenazas.
Yo tampoco quiero más mensajeros
que solo saben decirme lo que no quiero.
Habrá que abrir la puerta y salir a la intemperie del alma.
Me acerco a la ciudad que te esconde y te protege.
Me siento un marinero de la tierra
y de la extensión plana que anticipa tu rostro.
Sabemos que el tiempo y el espacio van a coincidir
y nos encerrarán como un círculo estático,
tejido con el hilo de nuestros pasos.
Vamos al centro
y la ciudad va mostrando el camino tembloroso que conduce a vos.
Luego habrá que desunirse,
saber que los minutos me correrán de este instante
en el que sostengo tus manos y un aura indecible nos envuelve.
Ya caminamos en sentidos opuestos,
ya comienzo a recorrer horas extensas
que sé que serán otros desiertos.
Hay algo que se rebela en el cuerpo,
un abismo en el centro del estómago
y una herida que no pueden tocar las manos.
Otra vez, inmóvil, en el punto que dejé para ir a tu encuentro.
Sin haber partido y habiendo regresado
porque tengo un recuerdo tuyo
estoy atado a la imagen de tu cabello
y todo es irreal y peligroso hasta que oiga tu voz.
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8. |
Fragmentos de mañanas IV
02:08
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Hoy quisiera que el tiempo no me expulse de esta mañana.
Una buena noche la fue preparando a luz lenta.
Los primeros tonos amarillos me despertaron.
y mi felicidad todavía está acá.
Te veo despierta, otra vez, con tu sombrero verde.
Los cabellos ondulados sobre una piel extensa,
mientras vuelve el vigor a los cuerpos
y la luz cada vez más consistente y precisa
ilumina una escena fuera del tiempo.
Buen momento para morir,
para que todo se desintegre.
No habrá un día mejor.
La mañana, cada vez más exaltada, no permite el habla.
Pero son sueños estallados de los durmientes
que con la destrucción del mundo nocturno crean el día, también pasajero.
Después vienen las palabras
y el hechizo se desintegra, pero queda un sombrero verde
y unos ojos que siguen mirando desde adentro de mis ojos.
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9. |
Y su sombrero verde V
07:19
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Apoyo mi mano en tu vientre.
Los ojos se demoran en los ojos
y en la mirada se van depositando días y sus detalles.
Las palabras se angostan y la respiración entrecortada
evoca algo que no se puede decir sin que se desplace
en una danza ligera, casi imperceptible.
El amor rueda sobre el piso.
La geometría de una rosa, la ola contra una roca,
la arena que el viento levanta en la cima de una duna,
el agua fresca, las últimas luces de la tarde,
el verso exacto de la Eneida,
Dido y Eneas atrayéndose la desgracia y la felicidad,
un coral en el fondo del mar que el tiempo esculpe y nadie ve,
Egipto y sus noches calurosas,
la seda sobre la piel, el galope erguido sobre un caballo,
la huella del pie en una playa solitaria,
los libros y las ciudades que nunca conoceré
y que me hubieran gustado leer.
Nada es el reflejo de esta fusión de los cuerpos que palpitan
y pierden las palabras para habitar ruidos de piedra y pájaro.
Hemos oído las sirenas del amor,
dejamos de tener bordes para ser un mar uniforme.
El aliento se corta
y si nos mordemos no nos damos cuenta.
Y la sangre es la espuma del deseo.
Y no hay muerte ni resurrección porque no hay tiempo.
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Martiniano Tanoni Buenos Aires, Argentina
Músico argentino nacido en 1984 en el sur de Bs.As.
Pianista / Compositor / Productor
Actualmente presenta "Huellas", su 4to disco solista.
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